El dia de Reyes



Las cortinas del mes de Diciembre estaban prestas a cerrar el año 1960, eran días difíciles en la economía nacional, debido a que la OEA había impuesto sanciones económicas al país, por haberse descubierto que Rafael Trujillo, el hombre fuerte del régimen dominicano, era el causante de un atentado que casi le costó la vida al Presidente de Venezuela Rómulo Betancourt.

Para ese entonces yo visitaba cada tarde la casa de mi tía, quien tampoco tenía una posición muy halagadora, vivía con sus tres niños, un varón de 12 años y dos hembras, que apenas alcanzaban los 7 y los 4 años, eran pequeñas y tiernas, yo las quería como sí fueran las más pequeñitas de mis hermanas; ellas me veían grande, adulto, como si yo fuera su hermano mayor, me querían mucho y me demostraban ese cariño en cada oportunidad, recuerdo que siempre querían peinar mis cabellos; el varón era más circunspecto, amable, correcto y afectuoso como su padre. Mi tía me quería mucho y sentía regocijo cuando le visitaba, me quería como si yo fuera uno de sus hijos.

En esa época, era tradición celebrar el día de los Reyes Magos cada día 6 de Enero, por lo que cada niño iba arrastrando en su mente una idea de las cosas que anhelaba que los Reyes les trajeran de regalo.

En el período previo a esa fecha, los niños hacen el mayor esfuerzo de portarse mejor, ya que tienen la idea que sí no tienen buen comportamiento, respeto hacía los mayores y han pasado de curso, los Reyes no les dejan regalos buenos o simplemente no les dejan nada.

La noche del 5 de Enero, los niños se acuestan más temprano que de costumbre esperando encontrar al levantarse los regalos que los Reyes Magos le hayan dejado, descubriendo también que los Reyes se han llevado las hierbas que ellos dejaron para los camellos y la cartita describiendo los regalos que deseaban.

A pesar del tiempo ir pasando, poco ha cambiado de estas costumbres.

Recuerdo que un día durante el período navideño 1960 mi tía me llama y me dice casi en susurro.

- Tengo un problema, estas navidades son muy precarias para nosotros, las niñas no entienden nada de eso, y ya quieren hacer su cartita para los Reyes, me han dicho que te pedirán que les ayude a escribirlas, quiero que las ayudes por favor.

- Tía, espero que ellas no se desborden en sus aspiraciones.

- Eso esperamos, sí lo hacen, mira a ver como puedes ayudar a neutralizarlas un poco.

Un rato más tarde me trasladé al área de reunión familiar y hablé con mis primitas, quienes ya estaban entusiasmadas al saber que les ayudaría a escribir sus anheladas cartitas.     

Para aquella época, las muñecas eran simples y los demás juegos también, sólo se conocían una o dos muñecas que decían mamá y papá; no eran muñecas muy complicadas, con comandos electrónicos, ni nada por el estilo, pero el costo de una de estas era muy elevado en comparación con las que no decían nada; no era un precio exagerado, pero para una familia con precariedades resultaba elevado.

Al ver que ambas querían sus cartitas de primero, no me costo mucho trabajo convencerlas que yo estaría con ellas hasta escribir ambas, así que la más pequeña cedio su turno a la grande.

- Bueno y qué quieres pedirle a los Reyes Magos. ?

- Yo quiero una muñeca grande, que hable y diga mamá y papá.

- Primita, por qué no pides una de las otras, son más sencillas y no se dañan tan fáciles, así no te quedas sin muñeca sí se te daña.

- No, yo quiero una grande, que diga mamá y papá.

Es entonces que me digo, aquí hay un problema, cómo lo solucionaré. ?

Trato de hacerme el inteligente, cortándole la lista de regalos a sólo un artículo y le digo:

- Bueno, vamos a ver, aquí está ya tu carta hecha: 

- Cómo dice. ?      

- Oye como dice:

Queridos Reyes Magos, me he portado bien todo el año, he ido a la escuela y he pasado de curso, quiero que me dejen de regalo una muñeca grande, de las que hablan, que diga mamá y papá

- Ahora escribimos tu nombre y ya está, entonces vamos a hacer la de tú hermanita.

- No, no, no, yo no he terminado, me faltan otros regalos.

No me valió la astucia, la niña sabía más que yo, por lo que se me hizo difícil terminar la carta en ese punto.

- Vamos a ver que más le quieres pedir.

- Yo quiero también un juego de cocina para hacerle la comida a la muñeca y una casita con sus muebles, todo eso para la muñeca, para mi yo quiero un velocipedo, y también...

- También qué. ? ya está bueno, hay que hacerle la carta a tu hermanita, yo tengo que irme.

- No, no, tú me dijiste que estarías aquí hasta que hicieramos las dos cartas a los reyes, así que no te puedes ir. 

- Qué más quieres. ? 

y para detenerla le pregunté en broma:

- Quieres un avión. ?

- Si, que me pongan un avión.

Quedé sorprendido por su respuesta, es entonces que se me ocurre preguntarle lo imposible, esperando un rotundo no.

- Y quieres el puente. ?

- Ay si, que me pongan un puente.

Y ya siguió el festival de preguntas ilógicas a la primita, que a nada decía no.

- Quieres un aeropuerto para el avión ?   

- Ay si, que me pongan un aeropuerto, etc, etc.......

La carta se hizo de dos páginas.

Luego escribí la cartita de la primita más pequeña, la cual fue muy fácil, por ser apenas la primera ocasión que iba a pedirles algo a los Reyes, una muñeca que hable, que diga mamá y papá.

- Tía, me voy, ya he terminado con las cartas de las primitas.

- Como te fué. ?

- Bueno tía, no tan bién como yo deseaba, no fué fácil.   

Llegó el día de Reyes, ansiosamente esperado por mis primitas y para sorpresa de ellas, los Reyes apenas le dejaron una muñeca a cada una, de tamaño mediano, las cuales no hablaban.

Fué una tarea ardua explicarles que a los Reyes se le habían terminado las muñecas que hablaban y los demás juguetes, pues ellos comenzaron a repartir juguetes desde el inicio de la ciudad, la cual era muy grande, pero podían esperar el próximo año, ya que ellos comenzarían a repartir por el extremo donde ellas vivían, lo cual les ponía en ventaja el siguiente año.

Así sucedieron las cosas y entonces llegó la década de los años 1970 y de los 1980, también de los 1990 y el advenimiento de un nuevo milenio en el 2000 y luego la nueva década del 2010 y aún mis primitas recuerdan que les hice sus cartitas en donde escribí pidiéndole para ellas a Melchor, Gaspar y Baltazar, dos muñecas que dijeran mamá y papá, un velocípedo, un avión, un puente y un aeropuerto.

Cuanto quería yo a mi primitas pequeñas y cuanto las sigo queriendo como adultas, ambas formaron sus hogares, procrearon sus hijos, quienes se formaron profesionalmente y estos a su vez formaron sus propias familias y han ido procreando a sus respectivos hijos.